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lunes, 11 de enero de 2021

Duelos tácticos (II): ataque a 4-4-2 en bloque medio-bajo

 



En el segundo artículo de esta entrega vamos a tratar de dominar el partido a partir de un planteamiento ofensivo que nos aporte varias herramientas y así abrir un 4-4-2 que defiende estrecho, junto y muy cerca de la portería. Uno de los dibujos más recurrentes a la hora de realizar partidos más reactivos y que prioricen no encajar antes que marcar.

Entre los muchísimos técnicos que manejan dicho dibujo, el italiano Carlo Ancelotti destacaba alguna de las ventajas que le proporciona a sus equipos cuando lo utiliza en el momento sin balón, entre las que se encuentran la cobertura de 'dos únicos espacios' (el espacio entre la delantera y el centro del campo y el que existe entre este último y la defensa) o la superioridad que le aporta en los costados con la presencia del lateral, el pivote de ese lado y el extremo. A pesar de no defender a priori el ancho del campo con la misma eficacia que con un 4-5-1, por ejemplo, bien trabajado estrecha mucho el campo al equipo rival y concede una opción para progresar en las transiciones gracias a los dos puntas, teniendo esa mencionada superioridad en banda con la que lanzar una 'presión trampa'. Durante la última década y con diferentes características según modelo de juego, muchos equipos han sacado mucho rédito de este dibujo y sus variantes: el Atlético de Madrid de Simeone, el Villarreal de Marcelino, el Leicester de Ranieri o el Borussia Dortmund de Jürgen Klopp. El equipo rival cuenta con el siguiente tipo de futbolistas, portero a parte:

- Dos centrales
- Dos laterales
- Dos mediocentros
- Dos extremos
- Dos delanteros

Para poder superar un entramado defensivo como este, basaremos nuestro planteamiento en una superioridad numérica inicial en el centro del campo, donde nosotros trataremos de ubicar - como mínimo - tres jugadores mientras que el rival cuenta solamente con dos, los que conforman el doble pivote. A partir de esta premisa buscaremos un sistema que nos pueda proporcionar dicha superioridad y que nos facilite plasmar nuestro modelo de juego, que en este caso tiene una tendencia ofensiva donde destaca el pase corto, la movilidad, el ritmo y el colocar a mucha gente por delante de balón. Como se ha comentado en el anterior capítulo de esta serie, los sistemas no son más que fotografías a partir de las cuales no puede explicarse la verdadera naturaleza de un equipo: las estructuras dinámicas. Esas relaciones y sinergias entre los diferentes jugadores que son los que aportan la complejidad al juego. Reitero: el sistema es una fotografía que no muestra el interior de lo que se ve en ella. Por ello es necesario entrar más en profundidad acerca de los comportamientos ofensivos que tendrán que llevarse a cabo para superar este reto y que se expondrán a continuación. Para ubicar un poco las referencias espaciales e intentar hacer realidad nuestras intenciones, nuestro equipo se dispondrá en una especie de 3-5-2 con la variante del 3-1-4-2, que será formado por esta serie de jugadores:

- Tres centrales
- Un mediocentro
- Dos carrileros
- Dos mediapuntas
- Dos delanteros

Aquí y en este caso por ser nuestro equipo, podemos hacer algún matiz acerca de la función de algunos de los jugadores que se han mencionado. Por ejemplo, en esos dos 'mediapuntas' se puede meter a alguien que se desempeñe como tal junto a un centrocampista que le complemente y sea más mixto, capaz de recibir tanto cerca del mediocentro como de poder hacerlo entre las líneas rivales; o en esos dos delanteros, uno de ellos puede ser un delantero más puro y otro más enfocado a abrir espacios a este cumpliendo como mediapunta o como un segundo delantero que juegue más cerca de él y tenga más incidencia sobre los centrales moviéndolos hacia fuera con desmarques de ruptura. Otra opción que se maneja mucho en la actualidad con el objetivo de sumar imprevisibilidad al ataque es trabajar con asimetrías en banda, cogiendo pares de jugadores que suelen desempeñar tareas prácticamente iguales y darles funciones más dispares entre sí. La más común en la actualidad es la de los laterales, en la que uno hace las veces de un central más en salida de balón fortaleciendo la transición defensiva y otro tiene una vocación más ofensiva y de recorrido. 


Paso de 4-2-3-1 a 3-2-4-1. El lateral derecho se alza y juega a la altura de la mediapunta, mientras el lateral izquierdo forma una línea de tres atrás junto a los otros dos centrales

Paso de 4-2-3-1 a 3-4-2-1 en momento con balón a partir de la asimetría de los laterales. El lateral derecho se alza y juega con una función de carrilero, partiendo desde más arriba; el lateral izquierdo se cierra y forma una línea de tres junto a los otros dos centrales.

El plan de partido, tal y como se ha expuesto arriba, parte de la premisa de mantener constante esa superioridad numérica en el carril central, tratando de expandir al máximo al rival en el centro del campo. Ello supone un reparto en el terreno de juego equitativo, lo que significa crear el máximo número de líneas de pase sin que estas se solapen. Crear, ocupar y aprovechar espacios. El primer concepto que debemos tener en cuenta es el de fijar en intervalos, manteniendo sobre cada jugador nuestro la atención de un par de jugadores rivales - como mínimo -. Así, podemos mantener pinchada una marca que no sería la que nos corresponde para facilitar una recepción libre por parte de un compañero. Como referencias espaciales para facilitar esta labor, podemos hablar a nuestro equipo de 'ubicarse entre cuadrados'. Inmovilizar primero al oponente y que posteriormente la circulación de balón y los movimientos de los jugadores lo movilicen para encontrar zonas de penetración.


Un método de progresión para empezar a tener más claridad desde los primeros pases es ampliando el espacio interlineal del contrincante a partir de ubicarse en los cuadrados para fijar y dar espacio al poseedor. Los cuadrados que más se pretenden explotar son: cuadrado izquierdo - sector derecho del oponente -, cuadrado central entre centrales y pivotes y cuadrado derecho.

A partir de esta estructura inicial, encontramos una superioridad en número manifiesta en la primera línea de construcción de 4 vs 2. Una buena ejecución en la salida de balón nos permite mantener a la espera de intervenir a esos jugadores de los cuadrados, que no se mantienen ni mucho menos ajenos a esta primera fase ofensiva. Al contrario, son ellos quienes facilitan el tiempo y los metros necesarios a los tres centrales y el mediocentro para elegir por dónde va a hilarse el ataque. Si ellos fijan en estático, los tres de atrás deben animarse a fijar en dinámico a partir de conducciones una vez superen a la doble punta invitando a salir a la siguiente línea y jugar a su espalda. Ante la acumulación de futbolistas en el centro, los carrileros son un buen recurso para empezar a girar el sistema defensivo. Sus recepciones harán que el equipo gane altura y se empiecen a mover los defensores, serán el apoyo principal de los centrales para conectar las líneas y hacer que los de los cuadrados empiecen a buscar el balón con más frecuencia. En primer lugar y ya que no podrán girar la zaga cada vez que reciben, serán una buena herramienta con la que hacer bascular fuertemente el bloque defensivo hacia su lado. 

El carrilero recibe pero se ve acosado por el extremo. Ante esta situación, busca un compañero cercano con el que asociarse y mientras tanto ha atraído al rival hacia su posición.

Ese movimiento del bloque supone ocupar dos de los tres carriles convencionales del terreno de juego, momento para el cual aprovechar esa poca densidad de jugadores en el carril restante.

El carrilero decidirá jugar atrás con su central para reiniciar el juego y buscar el pasillo desprotegido.

Nuestro equipo mantiene pelota con ese pase atrás y luego juega en horizontal para cambiar el juego. Tras pase atrás, el rival debe tanto correr hacia delante como ir gradualmente hacia el lado donde vaya el balón.

El equipo trata de buscar rápido el lado débil con un pase entre central derecho y central izquierdo. La primera opción puede ser la de tocar para el carrilero, aunque dependiendo el contexto también puede conducir y atraer hasta que le salten y entonces pasar el balón.

El bloque puede sufrir algún desajuste durante su desplazamiento y dejar alguna puerta abierta para desordenar a la última línea defensiva.

El intervalo se abre y se da la opción de penetrar la última línea defensiva, momento perfecto para buscar un pase que lleve a la finalización de la jugada.


La densidad de jugadores en el carril central no siempre dará lugar a un pase entre los cuadrados, por lo que encontrarlos a veces pasa por que uno salga de ellos a recibir e intentar abrir otro tipo de posibilidades. Seguiremos insistiendo en la circulación de dentro a fuera y viceversa, y para crear espacios muchas veces se necesita echar ese  'anzuelo' al oponente para que abandone su línea defensiva y salga a un acoso que otorgue espacio a su espalda. Consideramos que nuestro mediocentro no puede buscar pase filtrado en cada acción - vertical - como tampoco conectar una y otra vez con los centrales - horizontal -. Con un apoyo cercano que le permita pase en diagonal, podemos provocar futuras recepciones con posibilidades de progresión.

Uno de los mediapuntas baja a recibir y ofrece un pase diagonal por delante de línea de balón y por delante de la línea defensiva, lo que permite ganar metros y por otro lado incita a salir a un rival rápido ante la duda que genera la posición del mediapunta en intermedia, entre el pivote y el extremo derecho.

La circunstancia da pie a que si hacemos circular el balón con criterio y velocidad, encontremos a nuestro carrilero en situación de 1 vs 1. La primera opción contemplada tras recibir y la que suele ser más convencional es la de conducir y fijar a su par para que otro mediapunta rompa a su espalda y gane línea de fondo, mientras que también puede buscar una solución que cada vez escasea más a día de hoy: el regate frente a su marcador. 

Más allá de eso, no olvidemos la generación de oportunidades y terminar las jugadas. Nuestra intención es acelerar por las bandas y ganar línea de fondo para después jugar con diferentes tipos de envíos que lleven a la finalización: centro en carrera raso al punto de penalti cuando la defensa corre hacia atrás, balón a la cabeza de los que entran al remate al segundo palo o pase atrás. 

Tras conquistar el lateral del área, tratamos de ocupar el área con un buen número de posibles rematadores que se administren el espacio y hundan más al oponente en su campo disminuyendo sus opciones de contraataque. 

Resumiendo, la intencionalidad de nuestro plan de partido empieza por la ya mencionada superioridad numérica en el centro del campo metiendo a un efectivo como mínimo en cada cuadrado para sujetar al rival y mantenerlo estrecho. Un señuelo para crear un espacio que queremos aprovechar para ser amplios en ataque, buscando girar al rival por fuera y con movimientos dentro-fuera de los mediapuntas a espaldas de laterales para sacar a los centrales de zona y tener más despejada el área para un posible remate, para así hacer correr hacia atrás al bloque contrario y dificultar su transición al encontrarse a 80 o 90 metros de nuestra portería.


























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