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domingo, 24 de enero de 2021

Duelos tácticos (III): ataque con 4-4-2 en rombo a 4-4-2 en línea

 




En el tercer capítulo 'Duelos tácticos', vamos a desgranar las particularidades del 4-4-2 en rombo estrecho y algunas directrices ofensivas y defensivas para optimizar nuestro modelo de juego para este dibujo frente a un rival que se asienta bajo un 4-4-2.

Podemos catalogar al 4-4-2 en rombo estrecho como un sistema poco común en el fútbol europeo y algo más desarrollado en Sudamérica, donde técnicos como el Chacho Coudet o Marcelo Gallardo entre otros se han acogido a él en ciertos momentos de su carrera. En el viejo continente y a bote pronto, salen algunos ejemplos como el Liverpool de Rodgers en el último tramo de su segunda temporada al frente del equipo, el Empoli de Maurizio Sarri, el Real Madrid de 2017 o la Sampdoria de Giampaolo.

En primer lugar, la característica más destacada de este sistema es la presencia sobre el papel de un solo efectivo en cada una de las bandas. A la hora de proporcionar amplitud, son los laterales los que deben darla en la mayoría de los casos; cuentan con todo el carril para dar salida, ganar y mantener la altura de la posesión del equipo y ofrecer profundidad en los últimos metros. Se les exige mucho recorrido sin tener distracciones permanentes en banda por parte de sus compañeros para sorprender con sus incorporaciones y jugar con más libertad. Por otro lado, si esa despoblación por fuera puede considerarse en ciertos momentos un inconveniente, la disposición del centro del campo permite dibujar tres alturas distintas que aportan mucha profundidad en la zona ancha y que tendrán una serie de consecuencias que expondremos a continuación.

Nuestro 4-4-2 en rombo se compone de los siguientes jugadores, portero a parte:

  • Dos centrales
  • Dos laterales
  • Un mediocentro
  • Dos interiores
  • Un mediapunta
  • Dos delanteros

Nuestra idea colectiva principal se fundamenta en dominar a partir del balón, de pases cortos y rápidos y en poblar la zona de balón para conseguir superioridad numérica en torno a él. Esta acumulación en torno al esférico supone aglutinar a muchos efectivos tanto propios como ajenos en torno a balón, lo que lleva a tener una precisión y una velocidad en el pase muy altas para sobreponerse a unos espacios muy reducidos. Las distancias de relación son muy cortas y por momentos puede ayudar al rival a defender si no hay eficacia en la circulación y si no hay jugadores que estiren al rival a lo ancho y a lo largo. Por otro lado, tener tal disposición en el centro del campo con las tres alturas mencionadas (mediocentro, interiores y mediapunta) más dos delanteros permite utilizar mucho el concepto del tercer hombre y poner de cara el juego para progresar.

En esta simulación dispondremos al equipo oponente en un 4-4-2 que alternará una presión más adelantada y activa con momentos en bloque medio-bajo con una presión más reactiva y tratando de seleccionar más cuidadosamente cuándo presionar.


En el momento con balón donde el rival nos presiona, nuestra premisa principal es que el campo no se haga demasiado estrecho en ese lapso entre la iniciación y la creación. Queremos ensanchar al oponente y por tanto queremos especialistas por fuera - nuestros laterales - que midan bien la altura a la que se encuentra el balón y que siempre haya un pase fuera en ataque para que puedan conducir y provocar incertidumbre. Por ello, ante esa igualdad numérica entre nuestros centrales y sus delanteros, mandaremos a uno de nuestros interiores hacia atrás y un poco hacia fuera para generar un 3 vs 2 en la primera línea de construcción. Bajamos a uno de nuestros interiores porque la pretensión es que el mediocentro esté en su sitio habitual y no baje metros para iniciar porque consideramos que debe ser una ocupación extra para la doble punta a la que se enfrentan nuestros centrales y, si se da la ocasión en algún momento, que su doble pivote se mantenga entretenido con el otro interior y el mediapunta y se pueda conectar directamente con él desde atrás. 





Ante dicha situación, resulta importante materializar esa teórica superioridad numérica en el centro y esas alturas diferenciadas en el campo. A partir de aquí, el mencionado tercer hombre adquiere gran importancia, pues el equipo debe encontrar esos pasillos para conectar con los alejados o con los intermedios para jugar de cara y poder avanzar. ¿Cómo provocar esta acción? Tratando de movilizar sobre todo a su doble pivote, estirarlo para conseguir un pase vertical que facilite la descarga. Resulta importante identificar los diferentes pasillos que existen en el campo para potenciar el juego vertical.

    Pasillos verticales del campo.

Para definir mejor estos seis pasillos, estableceremos los jugadores que a priori pertenecen a estos bajo nuestro dibujo, teniendo en cuenta que esa línea central que divide al campo en dos mitades verticales corresponden a portero y mediocentro :

1- Lateral izquierdo y extremo izquierdo

2- Interior izquierdo

3- Central izquierdo y delantero izquierdo

4- Central derecho y delantero derecho

5- Interior derecho

6- Lateral derecho y extremo derecho

Así pues, es importante que nuestros jugadores sean dinámicos y capaces en poco tiempo de abandonar y ocupar diferentes pasillos, sobre todo los que existen en la zona central. Movilizarse para movilizar al rival y generar líneas de pase.

Central pasa a lateral. En ese momento uno de los interiores trata de desmarcarse hacia fuera y arrastrar al pivote que le marca.

El equipo provoca lo que buscaba en principio: dividir al doble pivote a partir de jugar rápido con fuera-dentro. Nuestro interior abre el intervalo entre ellos y ante esta situación nuestro mediapunta debe ir identificando ese pasillo que se abre en el carril central para ofrecer una línea de pase vertical.

Jugar rápido y activación del tercer hombre: mediapunta viene a recibir y descarga de cara con el mediocentro.

En esa labor de nuestros laterales de ocupar toda la banda y no tener a priori ningún compañero fuera que fije y les libere para desdoblar, es muy importante el trabajo sin balón del resto para mantener una buena altura en ataque y sostener a la línea defensiva rival, aprovechando sobre todo ese intervalo entre centrales y laterales. A partir de lo comentado, la intención es que nuestros hombres de fuera tengan opciones de profundidad propias (llegando a línea de fondo) o ajenas (ese movimiento hacia fuera o el apoyo de otro compañero para poder llevar el balón lejos de la zona donde se encontraba y atacar zonas más vacías). Ante una idea en la que predomina el balón al pie, se deben equilibrar los ataques con movimientos al espacio.



Una vez jugado el balón fuera y si no se puede conectar con el jugador que dobla, se debe mover dentro para encontrar al hombre libre entre líneas y hacer un ataque más rápido y frontal.

El lateral da pase atrás a interior pues no ve claro el pase al espacio al mediapunta que quería caer a banda, entonces este último no tira la ruptura y viene hacia atrás para formalizar el tercer hombre: interior toca para delantero y este descarga para él.

Mediapunta recibe libre y busca encarar hacia portería. El delantero de su lado busca doblar para liberarle el pasillo central y el delantero alejado se desmarca hacia portería. 

La línea defensiva rival se estrecha y niega las opciones de tiro y pase interior. La banda se libera para el lateral del lado débil.

Una vez está el balón fuera y a buena altura, con el lateral disponiendo de tiempo y espacio, se buscará el centro hacia los delanteros y sobre todo, a esas llegadas por sorpresa de la segunda línea del mediapunta y los interiores. Tratamos de buscar a esos hombres o al segundo palo, donde se aprovecha el lado ciego de los defensores.



Haciendo una síntesis de lo expuesto, el dibujo 4-4-2 en rombo desarrollado bajo esas pretensiones de jugar a través del pase corto, sobrecargando la zona de balón y creando superioridades en espacios reducidos debe equilibrarse con movimientos que no faciliten al oponente la defensa en amplitud y profundidad, proponiendo acciones que conlleven menos toques y más agresividad de cara a portería. Mantener un bloque estirado que ya de por sí suele juntarse mucho para mover el balón pasa por tener una buena altura en ataque con laterales muy largos que puedan mezclar asociaciones en la zona ancha con llegadas a línea de fondo, aprovechar la superioridad numérica en el centro para activar el tercer hombre y sorprender con balones para la llegada de segunda línea son algunos de los aspectos sobre los que poder trabajar para dominar al rival. 

















 







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