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domingo, 14 de febrero de 2021

Duelos tácticos (IV): presión a 4-3-3 con 4-4-2

 


En esta nueva entrega de “Duelos tácticos” ahondaremos en el momento sin balón de probablemente, el dibujo que más arraigo ha tenido en el fútbol durante las diferentes décadas, el 4-4-2. En concreto, trataremos de trazar un planteamiento de carácter defensivo frente a un dibujo 4-3-3.

¿Por qué el 4-4-2? Son muchísimos los equipos y entrenadores que han plasmado su idea bajo este esquema, por lo que para justificar su elección acudiremos a algunas declaraciones de entrenadores que lo han explotado durante sus carreras. Uno de ellos es Marcelino García Toral, antiguo entrenador de equipos como el Villareal o el Valencia y actualmente del Athletic Club de Bilbao. Tal y como comentaba en una entrevista en el extinto programa El Club dirigido por Axel Torres, el técnico asturiano afirmaba lo siguiente: “creo que el 4-4-2 es un sistema que reparte equitativamente en el terreno de juego y necesitas menos especificidad en los jugadores”. Otro de los entrenadores que lo ha utilizado con bastante frecuencia durante sus experiencias en diferentes categorías es Robert Moreno. Tal y como afirma en su libro Mi receta del 4-4-2, es una disposición que potencia el tipo de fútbol que más cree conveniente o que más le gusta exponer en sus conjuntos. “Creo que es un sistema idóneo para la aplicación predominante de un juego colectivo en corto. Tiene equilibrio en las dos primeras líneas con cuatro jugadores cada una, y espacios libres en la última línea al tener tan solo dos delanteros. Además, las fases de defensa o ataque y el posicionamiento de los jugadores nos dará espacios en una zona del campo u otra dependiendo las elecciones que hagamos en la disposición ofensiva y defensiva de nuestros jugadores. Este es un sistema que nos permite controlar la amplitud y la profundidad de forma equilibrada y sin grandes esfuerzos de desplazamiento para nuestros jugadores”.

Si bien lo que comenta Robert radica en un dominio sobre el rival a partir del balón con asociaciones cortas, juego en campo rival el máximo tiempo posible y presión tras pérdida, nuestra idea para el equipo de hoy es dominar de manera contraria. Si bien se puede tener la iniciativa controlando el balón más tiempo que el rival y usando la posesión como medio y no como fin, también se puede llevar a partir de una organización defensiva que limite tiempo y espacio al oponente, que le fuerce a cometer errores y a tener dificultades tanto en los momentos de iniciación como de progresión de la jugada, que como consecuencia puede dar a una pérdida que le pille expuesto y sin capacidad de reaccionar a un contragolpe no muy lejos de su portería. Esa es la intencionalidad de nuestro equipo y de nuestro 4-4-2: dominar a partir de un bloque alto y un bloque medio muy afinado en la presión tanto en reinicio de juego del contrario como tras la pérdida propia. Como consecuencia y nexo de esta propuesta en el momento sin balón, pretendemos un ataque con un estilo conciso, lleno de velocidad y que promueva un ritmo alto de juego. Dicho lo cual, profundicemos en cómo afrontar a un equipo ubicado en 4-3-3 que pretende jugar por abajo y salir con el balón controlado desde atrás.


Para establecer ese mencionado dominio a partir de la presión en bloque alto, deberemos establecer por un lado las principales funciones de los jugadores que pueden intervenir directamente en el juego a partir de un pase del rival a un compañero cercano y también las funciones de los que no puedan intervenir directamente. Así, el más cercano a balón tendrá principalmente la labor de acosar, es decir, reducir el tiempo y el espacio del poseedor en dicho momento; los que se mantienen a una distancia cercana y media respecto al acosador, deberán fijar marcas para reducir opciones de pase evitando que esos jugadores se giren hacia nuestra portería o logren progresar en caso de recibir; los lejanos se encargarán principalmente de las vigilancias con posibilidad también de establecer marcas si la ocasión lo requiere. Por otro lado y no menos importante, habrá que determinar con precisión los indicadores de presión, esas situaciones surgidas por la circulación de pelota del oponente que van a dar la señal a nuestro equipo a lanzarse con convicción para forzar el fallo del rival y recuperar la pelota. Estos van a marcar nuestra actitud defensiva, la intensidad con la que nos vamos a emplear nuestra presión. Estos indicadores los especificaremos un poco más adelante.

 

Lo primero de todo es diferenciar dos situaciones de juego claras para organizarnos defensivamente:

1) El saque de puerta. La nueva regla que establece que se puede recibir el saque del portero dentro del área abre muchas posibilidades al equipo que inicia el juego en esta acción a balón parado, por lo que también los equipos que defienden – nuestro caso – deberán manejar diversas situaciones para sacar ventaja de ella. Ante un 4-3-3 que tiene superioridad numérica en el centro de 3 vs 2 frente a nuestro dibujo y que cuenta con recursos técnicos y tácticos para convertirla en una superioridad posicional que elimine a varios de nuestros jugadores a partir de un pase, optaremos por modificar superficialmente nuestro 4-4-2. En este saque del portero, queremos evitar que nuestros puntas queden fijados por este y por los centrales, que les inviten a salir de zona y entonces el mediocentro que espera en su intervalo pueda recibir y girar sin oposición; o en todo caso que el central libre reciba en caso de que el punta que salta en segunda instancia apriete a portero y llegue tarde a interceptar el pase.


Disposición inicial bajo saque de puerta rival.

El central y el portero repiten pase invitando a un punta a salir, el segundo punta no ajusta y mediocentro recibe como hombre libre.


Punta salta a central, el otro punta trata de cerrar trayectoria de pase interior del portero y el otro central recibe solo preparado para fijar en conducción.

Para poder contrarrestar este hecho, barajamos dos dibujos temporales. El 4-4-1-1 nos da la posibilidad de tapar al mediocentro rival para evitar que nos eliminen con ese pase que bien pueden dar los centrales o el portero. Los dos jugadores más adelantados, en nuestro caso los puntas, se encargarán uno de saltar y el otro por detrás cerrando la mencionada línea de pase, permutando en sus acosos siempre con trayectorias que nieguen siempre el pase entre centrales y mediocentro, disuadiendo el juego hacia fuera.

Disposición general del 4-4-1-1.

Trayectoria de acoso para que el rival juegue hacia fuera. Tratar de evitar que se repita pase con el portero y que este lleve el balón al otro lado.
El rival logra conectar con portero y este juega con el otro central. El punta que no ha saltado inicialmente deberá hacerlo controlando velocidad y trayectoria. Velocidad, porque deberá temporizar para que su compañero de ataque cierre dentro y evite conexión con el mediocentro si rival juega rápido de nuevo con portero; trayectoria, porque su dirección de carrera debe tapar línea de pase con el mediocentro y así evitar ser superado.

También y más extendido como dibujo temporal para contrarrestar este tipo de situaciones es el 4-4-2 en rombo, en el que mandamos a uno de nuestros pivotes a emparejarse con el mediocentro de ellos no  teniendo el portero una línea de pase clara en la primera circulación que gire a los nuestros.

Disposición general 4-4-2 en rombo.

En este caso corremos el riesgo de que el pivote que sostiene al otro por detrás esté en clara inferioridad frente a los interiores rivales – 2 vs 1 – y pueda sufrir si la presión no surte efecto. Es por ello que cobran vital importancia la labor de los centrocampistas de banda: se ubicarán en posiciones intermedias para poder apretar tanto a laterales como a interiores. A la hora de establecer prioridades, es preferible que sean los primeros los que reciban libres y no sean los últimos pues eso conllevará un ataque por el centro y haber rebasado a muchos de nuestros jugadores con un único pase. 

Disposición en intermedias de nuestros centrocampistas de banda. 
El centrocampista de banda del lado de balón cierra la línea de pase que podría abrirse entre central e interior. Ofrece línea de pase con el lateral y en ese momento el mediocentro bascula y el otro centrocampista de banda cierra para ofrecer ayuda interior si el juego progresa.

2) Balón en juego. Aquí es donde debemos establecer una serie de parámetros más particulares para ejercer una presión coordinada, equilibrada y que nos aporte beneficios; esos indicadores de presión para que todo el equipo identifique cuándo actuar y sobre todo cómo actuar. Antes de nada cabe destacar que es muy importante conocer las fortalezas y debilidades del rival en general y las que posee en esta fase en particular. Ello va a marcar el tipo de ítems que nosotros proporcionaremos a nuestro equipo para que adelanten líneas. También resulta trascendente saber la categoría en la que jugamos y la calidad técnica de los oponentes, pues una baja calidad puede suponer añadir más indicadores de presión al planteamiento: deficiencias en el pase, en el control, en el perfil corporal… Partiremos de la base de que nuestro planteamiento va enfocado al fútbol de alto nivel y de que hay un bajo porcentaje de posibilidades de que se den este tipo de situaciones, aunque por supuesto hay que tenerlas en cuenta y comunicárselas a nuestros jugadores para que las identifiquen sin dificultades en el caso de producirse y actúen en consecuencia. En nuestro caso vamos a establecer dos indicadores genéricos que activen a nuestro equipo en la presión: el pase dado entre central y lateral y el pase dado hacia atrás.

A) Pase entre central y lateral.  Hay que partir de la premisa de que nuestros puntas, los primeros en presionar, deben mantener una distancia correcta entre sí por un lado y entre su marca correspondiente – el central – por el otro. Bascularemos con el pase entre centrales y mantendremos la línea cuando se retroceda hacia el portero, y a partir de ahí mediremos los esfuerzos para hacer un trabajo de presión colectivo. Partiendo de la situación de juego de central rival con balón de cara, la premisa es que deberán estar cohesionados y por ser los más cercanos, su labor es la de acosar con trayectorias que nieguen al rival el pase por dentro y el juego se traslade hacia fuera; marcar al mediocentro para que no ofrezca opción de salida.  Ellos no son los encargados de robar por normal general si no de ir preparando la trampa para que los de la segunda línea sí sean los que recuperen la posesión o que fuercen el error que lleve a ello. Los centrocampistas de banda buscarán acosar a su par sin marcar, pues lo que queremos es que ese pase se produzca y el juego se encierre cerca de la cal donde las opciones de jugar el balón son más reducidas; los pivotes estarán pendientes de fijar marcas sobre los interiores y que haya progresión. Por último, la línea defensiva debe mantener vigilancias sobre los tres oponentes más adelantados. 

Tareas principales por línea para presionar con la situación de juego de central rival con balón de cara.

En esta situación de juego, el lanzamiento de la presión comienza con los centrocampistas de banda. Ellos son los que van a negar primero el pase interior para dejar que su marca reciba, activando ese indicador de presión y que a partir de ahí se aumenta la velocidad del equipo para achicar espacios y buscar con determinación la recuperación de la pelota.

Pase entre central y lateral. Indicador de presión.

A partir del trabajo de los jugadores que se encuentran en disposición de intervenir cerca de la zona de la pelota, se niegan las opciones de progresar en corto por ella: el delantero de ese lado se mantiene cerca del central que ha dado el pase para que este no se repita, el centrocampista de banda acosa con un cambio de velocidad que disminuye rápidamente tiempo y espacio al poseedor, el pivote cercano marca de cerca al interior no pegado para que no reciba si no para que reciba e inmediatamente no pueda girarse y dé un pase comprometido hacia atrás, mal orientado y sin buen perfil corporal; el otro punta marca a mediocentro… 

 Rival encerrado en banda sin opción de progresión en corto.

Si la presión está bien ejecutada, la opción más probable es que el central se abra y se vea obligado a jugar en largo donde su delantero disputará un balón aéreo de espaldas frente a nuestro central que va de cara, que además contará con la cobertura de su otro compañero.

Central no ve opciones de pase corto y juega en largo. Disputa entre delantero y central con el otro central en cobertura. Altas probabilidades de recuperar balón.

B) Pase atrás. Se trata de probablemente el indicador más claro para que nuestro equipo se introduzca en campo rival para ejercer la presión. Es una oportunidad muy buena para robar si el equipo está preparado y sobre todo concienciado de ello, pero antes de exponer nuestro comportamiento ante dicha situación conviene tener en cuenta algunos aspectos. Adelantar nuestras líneas requiere hacerlo de un modo equilibrado, con un bloque que no tenga fisuras y que dificulte mucho el hecho de que seamos girados con cualquier tipo de pase. Es importante respetar las distancias de relación entre los miembros de una misma línea y sobre todo entre los miembros de una misma línea, teniendo como requisito indispensable un bloque defensivo que sea corto y estrecho (entre 30-40 metros de largo  y unos 40 metros de ancho) y tener en cuenta los rivales que dejas atrás cuando se alza la posición. La vigilancia en este caso adquiere un valor enorme para conocer la disposición del rival y también la propia. Así pues, este indicador nos puede otorgar la ventaja que surge del hecho de que mientras el rival corre hacia atrás para ofrecer soluciones cercanas al poseedor cuando ese pase de seguridad se produce, nosotros tendremos ventaja posicional al correr hacia delante. Nuestro objetivo será por un lado adelantar líneas y por otro disminuir el espacio de juego tras el pase atrás. Para tomar esa iniciativa a partir de la presión optaremos por ocupar dos carriles y hacer que el juego del rival no pase de la banda donde se produce el juego y si lo hace sea hacia el centro, con los rivales sin tiempo para orientarse hacia delante. Trataremos a toda costa de que no se produzca el cambio de orientación en corto con una activación alta de los futbolistas del lado débil.
Adelantar líneas de manera equilibrada.   

Ubicar al equipo en dos carriles. Primero se disminuye el espacio en vertical con la subida de líneas y luego se disminuye el espacio en horizontal basculando fuertemente hacia lado del balón.

Independientemente del tipo de situación que se produzca y de los comportamientos que se lleven a cabo a la hora de presionar, habrá que tener unas consideraciones generales claras que sean las bases para un buen trabajo defensivo: portero adelantado para proteger la espalda de la línea defensiva, buen perfil corporal de la línea defensiva para anticipar o para correr hacia atrás, controlar la velocidad a la hora de acosar, tapar pierna buena del poseedor del balón…





 























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